Andrés no quería subirse a ese coche, así que eligió conducir su propio vehículo hasta la casa de los Campos, y Sonia naturalmente lo acompañó.
Durante todo el viaje, Andrés estuvo de buen humor, con una mano en el volante y la otra sosteniendo firmemente la mano de ella.
Sonia ya había dejado de resistirse.
Cuando el coche estaba a punto de llegar a la casa de los Campos, finalmente se atrevió a preguntarle: —¿Miguel ya ha entrado a CUMBRE? ¿Qué... impacto tendrá sobre ti?
Como si no esperara que ella preguntara de repente sobre esto, Andrés arqueó una ceja antes de responder: —Si te digo que no tiene ningún impacto, ¿me creerías?
Sonia se quedó desconcertada.
Andrés la miró y luego le explicó pacientemente: —Le di acciones, pero no tiene poder real. Aunque haya entrado a CUMBRE, no podrá causar grandes olas.
—Pero tu abuela...
—Sí, si ella realmente quisiera ponerlo en una posición de poder, sería un problema. Pero si realmente le importara su nieto, lo habría dejado entrar hace much