Andrés ya había marcado el número.
Del otro lado ya se escuchaba un "¿Hola?".
Pero Andrés no pudo pronunciar palabra alguna.
—¿Señor Campos?
La persona al otro lado seguía hablando, pero Andrés solo giró lentamente la cabeza, mirando a Sonia.
Ella permanecía allí, sosteniendo su mirada.
—¿Qué acabas de decir? —preguntó Andrés.
—Si realmente matas a Leandro, yo también me moriré —respondió Sonia con voz perfectamente clara, mirándolo a los ojos.
Andrés soltó una repentina carcajada.
Como si hubiera escuchado el chiste más grande del mundo, rió hasta que todo su cuerpo temblaba.
Sus ojos se fueron enrojeciendo poco a poco, sintió un sabor metálico en la lengua, pero su voz se mantuvo estable mientras miraba a Sonia y preguntaba:
—¿Morirías por Leandro?
—Sí.
—¿Y qué hay del Grupo Fuentes? ¿Lo abandonarías? ¿Y también a quien está en el hospital...?
—¿Qué más sabes hacer además de amenazarme con estas cosas? —Sonia lo interrumpió—. Ya he cumplido con tu deseo de casarme contigo, ¿aún no es