Andrés le preguntó directamente:
—Entonces, ¿este es el motivo por el que has sido tan obediente esta noche?
Sonia guardó silencio.
Andrés de repente soltó una risa.
—Y yo que pensaba...
¿Cómo es que ella se había vuelto tan dócil de repente?
Le pidió que lo acompañara a cenar y lo hizo, le pidió que se cambiara de ropa y lo hizo, e incluso todas esas palabras para hacerlo feliz y ese abrazo de hace un momento...
Los dientes de Andrés se apretaron lentamente.
En ese momento, sentía que todo se había vuelto increíblemente irónico y ridículo.
Verdaderamente ridículo.
Y él creyendo que por fin ella había reconocido su sinceridad.
Pensando que finalmente la relación entre ellos estaba empezando a descongelarse.
¿Y el resultado?
Era por Leandro...
¡Por Leandro!
En ese instante, Andrés sintió algo expandiéndose rápidamente en lo profundo de su corazón.
Celos, ira, y... dolor.
Todas las emociones se mezclaban, fluyendo con su sangre, extendiéndose rápidamente por todo su cuerpo, haciendo que