Sonia y Leandro se citaron en una cafetería del centro de la ciudad.
Al momento de encontrarse, Leandro primero miró la mejilla de Sonia.
Sonia inmediatamente se dio cuenta de algo, pero no lo mencionó, solo le preguntó:
—¿Cómo está tu abuelo ahora?
—No hay problema, este tipo de enfermedad... no tiene cura, así que planeo aprovechar que ahora está con buen ánimo para llevarlo a pasear más.
Sonia se sorprendió, luego asintió:
—¿Ir de viaje? Es una buena opción, cuando...
—No es exactamente un viaje —dijo Leandro, bajando la voz.
Sonia entonces se dio cuenta de algo:
—¿Entonces están planeando... emigrar?
—Sí, supongo que sí —Leandro respiró profundamente—. Ya renuncié a mi trabajo en la escuela, los trámites están casi completos, probablemente... nos iremos el próximo mes. Estaré más ocupado en adelante, y temía que... no tuvieras tiempo, así que hoy, en realidad, es para despedirme de ti.
Sonia no dijo nada.
La mano que tenía sobre su rodilla se fue apretando poco a poco.
—Lo siento —