Andrés comprendió su intención. —¿Me estás diciendo que... sea tu amante sin ningún estatus oficial?
—Algo así. Después de todo, ahora somos socios comerciales y no sería bueno llamar demasiado la atención. ¿Qué pensaría la gente de ti? Por eso creo que así...
Antes de que Sonia pudiera terminar, Andrés se acercó bruscamente y golpeó con el puño la pared junto a ella. Este movimiento repentino la sobresaltó, haciendo que las palabras que iba a decir se desvanecieran.
—Sonia, ¿qué clase de broma es esta? ¿Por quién carajo me tomas? ¿Tan bajo y sin dignidad me ves?
Ridículo. A Andrés le parecía absolutamente ridículo. Él, Andrés, ¿reducido a ser un amante clandestino? ¿Por qué debería permitir que ella lo degradara así? ¿Cómo podía ella degradarlo de esa manera?
Las venas de sus antebrazos y sienes palpitaban visiblemente mientras apretaba los dientes con fuerza. Inclinándose sobre ella, sintió un impulso repentino de morderla: los labios, el cuello, los hombros, cualquier parte. Sus die