Andrés la miraba en silencio, con los ojos entrecerrados, como esperando a verla vaciar la botella. Sonia, sin vacilar, tomó la botella y se la bebió de un solo trago. Nadie vio cómo la mano de Andrés, bajo la mesa, se cerraba con fuerza.
…
Apenas Sonia salió del baño, se sintió fatal. Un camarero se percató de su estado y se acercó para ayudarla, pero Sonia lo apartó de un empujón y se agarró a un cubo de basura para vomitar. El ardor le subía desde el estómago, junto con agrios jugos gástricos, hasta que lo expulsó todo. Seguía tosiendo, con los ojos y la nariz llenos de lágrimas y mocos, su maquillaje impecable se había arruinado por completo, presentando una imagen de absoluta desolación.
—¿Se encuentra bien, señorita? ¿Quiere que llamemos a una ambulancia?
El camarero, con experiencia en estos casos, al ver el rostro pálido de Sonia supo que estaba sufriendo mucho. Se disponía a llamar a emergencias, pero Sonia le detuvo la mano.
—Estoy… bien.
—Pero…
—Tranquilo, no me desmayaré aq