Andrés le dio un número: —Mañana a las ocho, ve a la habitación 1613 abajo. Llévala al hospital.
Jennifer se sorprendió, mirándolo sin comprender.
—Nadie debe enterarse de esto. Si se filtra la información, ¿sabes las consecuencias?
La expresión de Andrés no cambió, pero sus ojos se volvieron más afilados.
Jennifer finalmente entendió que había malinterpretado y asintió rápidamente: —Entiendo.
—Sal —ordenó Andrés sin mirarla más.
Jennifer abandonó la habitación y el silencio regresó.
Andrés trató de no pensar más en el asunto, pero esa noche soñó... con un niño.
Andrés no tenía especial afecto por los niños. Desde pequeño había sido distante emocionalmente, sin depender de sus padres, y su familia adulta difícilmente podría llamarse armoniosa.
Pero tampoco rechazaba a los niños. Quizás por sus valores arraigados desde la infancia, siempre pensó que debería tener un hijo, aunque no podía imaginar cómo sería él como padre.
En el sueño tampoco experimentó esa sensación. Solo vio una peque