Era un bip intenso que sonaba de fondo lo primero que sintió, después, una manta cálida y pesada le rodeaba el cuerpo. Trató de moverse, pero no pudo, había algo que impedía que sus brazos lograran reaccionar.
Poco a poco fue entrando en un estado de lucides agridulce, un dolor incómodo le llenó el cuerpo y una punzada en el abdomen hizo que se quejara. Abrió los ojos con dificultad, estaba mareada y veía borroso. Junto a ella había alguien que dormitaba sobre la camilla a su lado.
—Emanuel —le dijo, tenía la garganta tan seca que la voz le salió irreconocible. La persona a su lado se puso de pie y la miró con los ojos abiertos.
—Elisa.
—¿Mamá? —la mujer tenía los ojos llenos de lágrimas y le dio varios besos en la cara.
—Ya estás bien mi amor —le dijo —estás a sa