22. Una noche calurosa.

Elisa abrió la puerta del departamento y cuando la empujó la recibió un fuerte olor a polvo. Frunció el ceño, ¿cómo era posible si apenas habían pasado cuatro días?

Caminó despacio y dejó el pequeño bolso sobre la barra de la cocina, su madre entró empujando la silla de ruedas de Emanuel y Noel traía el enorme bolso de ropa y cosas que habían acumulado en el hospital.

Elisa le sonrió a su madre, era una escena bastante extraña el verla empujar una silla de ruedas con un muy frustrado Emanuel en ella, pero la mujer no le devolvió la sonrisa, seguía enojada por todo aquello con el programa CERBERO y más porque Elisa se negó a terminar de sanar en su casa, le recordó que aún tenían que guardar las apariencias y la mujer había chasqueado la lengua con fastidio.

—Noel dame las muletas —le dijo Emanuel a su amigo y cuando este se las tendió el rubio la usó de inmediato, pero estaban mal calibradas y le quedaban un poco pequeñas.

—No creo que debas subir las

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