Una punzada de algo frío y afilado recorrió a Arya. Era una sensación que conocía bien: la intuición gritando una advertencia. Se acercó al puesto, fingiendo interés en unas uvas.
—¿Y hace cuánto llegaron al pueblo? —La pregunta brotó de sus labios, la voz apenas un susurro, pero cargada de una curiosidad que no podía ocultar.
—Hace aproximadamente un mes —respondió la señora, la emoción desbordándose en cada palabra—. Justo cuando las cosas empezaban a ponerse feas con las Estringes. ¡Fue una bendición del cielo!
Arya sintió cómo un escalofrío le recorría la espalda, a pesar del sol. *Un mes. Casi al mismo tiempo que las Estringes empezaron a aparecer en la región, pero este pueblo está a salvo...* Una fría certeza se instaló en su mente. *No es una coincidencia. Este clérigo, esta "paz", debe estar relacionado con esas criaturas. Demasiado conveniente. Demasiado perfecto.*
—Está bien, gracias —Arion asintió, su expresión imperturbable, pero sus ojos se encontraron brevemente con