Más tarde ese mismo día, cuando la oscuridad comenzaba a sumir al mundo en las tinieblas, Al Khali yacía alrededor de una hoguera y sostenía entre sus manos un cuenco; bebió para aclararse la garganta y habló a la multitud. Sus palabras resonaron en la lejanía desde donde une eco fantasmal parecía burlarse de él.
— Los ángeles de Dios estarán aquí pronto, deben creer en ellos como yo creo, les habla un hombre con un pasado oscuro. Si alguien como yo pudo ser perdonado y enviado por las criaturas del cielo para traerles un mensaje, cuanto más recibirán ustedes, ustedes que son los elegidos. Los ángeles los han llamado Los hombres y las mujeres de América, el nuevo pueblo de Dios serán todos ustedes, desde el más joven hasta el más anciano están llamados a convertirse a la fe, a la única fe que puede salvarlos…