Allison le sonrió a Kentin. Se la notaba cansada, pero feliz al mismo tiempo. Chester se encontraba mirando a sus hijos, casi con asombro y temor, quizás dándose cuenta de que había dejado de ser un chico libre y sin muchas responsabilidades a ser un hombre de familia responsable de tres vidas.
—La niña se llama Catherine y el niño Dylan —dijo Allison. Los observé detenidamente, la niña tenía el cabello negro como su padre y el muchachito era rubio como su madre. Catherine abrió los ojos, eran verdes como los ojos de Allison, me miró con desconfianza y frunció el ceño, en cambio Dylan miraba a todos lados con sus fríos ojos grises.
—Son preciosos —dijo Rose mientras se acercaba con cuidado, colocando su cabello plateado de costado.
—Gracias —agradeció Allison y bostezó abiertamente.
—Oye, Allison, ¿quieres que te dejemos descansar y volvamos más tarde? —pregunté. Los niños la tenían día y noche despierta, reclamándole el pecho, pañales o atención.
—Se los agradecería enormemente, esto