Llegamos al aeropuerto, donde todo comenzó, mis piernas se sienten débil y un gran nudo me impide respirar. Angus me ve a los ojos un momento agarrando mi mano y deja un beso en mis nudillos y me dice que me espera en el coche.
Bajo lo más rápido que puedo y me adentro entre miles de personas, llegó a las cabinas y todos me miran de pies a cabeza, por primera vez no me importa mi aspecto, pido permiso a una señora mayor.
—¿El vuelo a Italia, ya despegó?
—¿Tiene boleto? — pregunta con fastidio.
—No, quiero saber si ya despegó, necesito al padre de mi hijo que tomara ese avión— reveló con una sonrisa en mis labios, por lo hermoso que se siente decirlo
Giro a mirar a todas las personas que tengo atrás.
—Voy a ser mamá, me acabo de enterar señores. Me urge darle la noticia al padre— reveló con alegría y regreso la mirada a la chica y le suplicó con mis manos entrelazadas—, Felipe Ribeiro, por favor, dígame si ya abordó el avión a Italia.
—Señorita, disculpe, no puedo darle, es info