Luciana despertó lentamente, desorientada por momento antes de reconocer el techo familiar del departamento de Ethan—ya no era la mañana brillante sino la tarde dorada, sugiriendo que había dormido por horas. El brazo de Ethan todavía la rodeaba protectoramente, su respiración profunda y regular indicando que él también dormía.
El agotamiento que había estado cargando como mochila de piedras finalmente se había aliviado marginalmente, aunque sabía que era temporal. Las decisiones difíciles todavía esperaban, las consecuencias del compromiso disuelto comenzarían a materializarse pronto, pero en este momento—en los brazos de Ethan, en la seguridad de su departamento—podía respirar.
Su teléfono vibró en la mesita de noche donde lo había dejado antes de dormir. Luciana se estiró cuidadosamente para alcanzarlo sin despertar a Ethan, viendo la pantalla iluminarse con notificación que hizo que su momento de paz colapsara instantáneamente.
Su estómago se apretó mientras comenzaba a revisar lo