Lucía
La bruma del sueño me rodea por completo y aunque lo intento no consigo abrir los ojos.
Sin emabrgo, algo dentro de mi me dice que debo hacerlo, que debo despertar, es una urgencia que parece apoderarse de mi pecho.
Es casi dolorosa y es esa misma urgencia la que consigue arrastrarme desde lo más profundo de la inconsciencia.
Al principio, es un sonido distante, apenas un murmullo que no logro comprender, pero poco a poco se hace más claro, más insistente.
—Mami… mami, despierta… por favor… —¡NICO!
La vocecita de Nico se cuela entre la bruma de mi mente, temblorosa, ahogada en angustia y el miedo se apodera de mi por completo.
DEBO DESPERTAR.
Poco a poco empiezo a sentir que recupero el movimiento y entonces parpadeo. Una vez... dos veces hasta que mis ojos empiezan a abrir se por completo.
La luz blanca y cegadora me golpea de inmediato y un dolor punzante se instala en mi sien derecha. Siento el cuerpo pesado, como si hubiera estado sumergido en agua durante horas.
—Mami…