Dante
La brisa del puerto arrastra consigo el olor a sal ya óxido, mezclándose con el hedor metálico de la sangre que aún impregna el suelo. El aire es denso, pesado, cargado de una tensión que casi se puede palpar. Mis hombres han limpiado la zona, pero la sombra de lo ocurrido sigue presente.
Diez muertos.
Tres heridos.
Y mis armas en manos de los rusos.
Mi mandíbula se tensa al recordar las palabras del prisionero.
"Danos a la mujer y tus problemas con la Bratva acabarán."
Lucía.
Otra vez.
Ajusto los puños dentro de los bolsillos de mi abrigo, sintiendo el ardor de la furia subiendo por mi espalda. No pueden quererla a ella sin razón, no cuando ha demostrado ser simplemente una mujer que escapaba de un infierno personal. Algo más hay detrás, algo que todavía no logro ver.
Luciano está a mi lado, con la misma expresión de preocupación que ha mantenido desde que salió del almacén.
—Hemos revisado las rutas de escape, pero no dejaron rastro. Estos cabrones sabían lo que hacían.
No me s