Archer estaba sobre el escenario, su garganta desgarrada en cada nota mientras se dejaba llevar por el euforismo del momento. Habían pocas personas que podían decir que han visto un millón de caras en el mismo corto lapso de tiempo que él. Es en lo que piensa mientras observa a su publico. Un millón de caras, no solo rostros de pasada a lo largo de sus veintidós años, sino un millón de rostros que realmente han conectado con él en algún nivel.
Un millón de pares de ojos que lo han mirado con adoración, que lo han idolatrado como a un Dios. Un millón de bocas que lo han reverenciado. Un millón de oídos que lo escuchan embelesados. Todo a transcurrido a lo largo de una carrera vertiginosa que comenzó a la tierna edad de dieciséis años. Este era el resultado del sueño de Shantal y de él.
De esos millones de rostros, es difícil recordar alguno en particular, incluso si la interacción hubiera sido a un nivel más íntimo, como firmar un autógrafo o tomarse una foto. Hay algunos súper fanáticos que podría reconocer entre la multitud, incluso algunos a los que conoce por su nombre: los que siguen a su banda durante toda la gira, los que se paran frente al público y cantan cada estrofa de la canción, los que esperan en las puertas del escenario para verlo cuando se va después de un espectáculo, los que organizan sitios de fans que detallan cada paso de su vida pública y privada.
Cuando el concierto acaba, es la misma rutina de siempre. Sacarse fotos con la banda para los periodistas, posar con los fans que pagaron las entradas más caras, sonreír, firmar autógrafos y finalmente de camino al hotel. Cuando finalmente está solo dentro de su habitación, es cuando pone la excusa de sentirse demasiado agotado para llamar por teléfono a su esposa. Simplemente se tira en la cómoda cama y se fuma un porro, el cual a elaborado con cogollos de la mejor calidad.
Están en la ciudad de Los Ángeles, la gira culminó con éxito y decidieron quedarse unos días más para grabar el nuevo álbum. Hay un pequeño grupo de unos diez súper fanáticos que se enteraron de que la banda "The damned" están grabando su último álbum en Los Ángeles.
Al pequeño grupo de fanaticos les tomó alrededor de una semana deducir y determinar en qué estudio de la ciudad está grabando la banda, basándose en las fotos que Arthur ha estado publicando descuidadamente en su Instagr@m. El grupo de fanáticos han estado merodeando casi a diario, tal vez cambian algunos rostros, pero aún así es un grupo bastante consistente.
Archer hace un esfuerzo por charlar con los fans todos los días. A veces es un rápido saludo al entrar o al salir del estudio. Otras veces, cuando puede, pasa más de quince minutos simplemente con ellos, conectando, apaciguando, siendo diplomático, sonriendo, asintiendo, incluso si eso lo hace sentir terriblemente incómodo.
Es emocionalmente agotador ser tan agradable con extraños todo el tiempo. No tiene por qué serlo, pero quiere derribar el estereotipo de celebridad al afirmar que es un tipo normal. Un tipo con el que se puede hablar. No quiere venderse como alguien inalcanzable, todo lo contrario, desea que lo vean como a alguien humano, real.
Siempre soñó con ser famoso, brillar por derecho propio, por ser él, por su talento, independientemente de su apellido y la carrera exitosa que llevaron sus padres o su hermano mayor. Pero al igual que en su familia, el mundo tiene sus propias expectativas respecto a lo que esperan de Archer. Por que debe estar a la altura del nombre de su padre y lograrlo a sido bastante difícil. Por que no es fácil ser hijo de un importante cenador como lo es su padre.
Archer Polters, es considerado una estrella de rock extraordinaria, es considerado una de las celebridades más accesibles de la música popular actual. Lo que significa que todos y cada uno se sienten con derecho a tener un poco de su tiempo o a inmiscuirse en su vida privada.
El tiempo es algo de lo que Archer tiene muy poco. Después de repartirlo, a menudo descubre que ha vendido a alguien a un precio inferior. Por lo general, las personas más cercanas a él se quedan en suspenso, ya que se supone que deben comprender, más que los fans, el poco tiempo que tiene para cualquiera de ellos.
Desprecia a un fans que solo quiere una foto rápida, multiplica eso por al menos 500 fans que piensan que son los únicos en su pequeña petición y de repente Archer se niega y rápidamente se transforma es una típica estrella de rock, arrogante y desagradable. Los fans son mucho menos indulgentes que los amigos o la familia. Así que los mensajes de texto de sus amigos en casa son ignorados, los correos electronicos de sus padres jamás son contestados y las llamadas telefónicas de su esposa, Shantal, no reciben respuesta.
Cuando los fans han estado esperando de pie durante horas, Archer se siente justificado al hacer que los más cercanos a él esperen un día o más para recibir alguna escueta respuesta de su parte.
Después de casi tres semanas, la banda está terminando de grabar. Tienen un día más reservado en el estudio y su productor cree que deberían estar a tiempo para terminar con todo al día siguiente. Mientras se instalan los micrófonos al comienzo de la sesión, Archer y la banda aprovechan la oportunidad para saludar a los fans que están afuera una última vez, en previsión de trabajar todo el día, hasta altas horas de la madrugada.
Hay un nuevo rostro entre los súper fanáticos. El rostro les resulta vagamente familiar, pero Archer no cree haber visto a esta mujer fuera del estudio antes. Es un rostro sorprendentemente atractivo: rasgos suaves y atractivos, acentuados por una serie de piercings, enmarcados por un corte de pelo muy elegante, un estilo Carré que la hace lucir jodidamente sensual. Es un rostro amigable, aunque la persona a la que pertenece resulta intimidante en contraste, con sus numerosos tatuajes y su atuendo ajustado completamente negro en una calurosa tarde de Los Ángeles.
—Hola, Archie. —La dulce voz de aquella mujer le resulta tan jodidamente familiar, pero no logra recordar por más que lo intenta. La mujer sonríe y tiene un exquisito acento Alemán.
—¡Oh, hola! —Responde Archer como si conociera a esa mujer, ya que esta parece conocerlo más que una fans promedio. Nunca ha sido bueno fingiendo, pero la gente parece darle crédito por intentarlo.
—Tal vez no me reconozcas. Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que nos vimos. —Dice la joven. Y ahora su acento es claramente alemán, de eso ya no queda duda.
Archer sonríe nervioso, incapaz de ubicar a esta mujer entre el millón de rostros. —Más o menos te recuerdo, —dice, inclinando la barbilla hacia abajo de una manera tímida que muchos encuentran encantadora. —Nos conocimos antes, ¿no? ¿En Alemania? —Hace que parezca que el recuerdo está cobrando protagonismo en su memoria, pero en realidad está buscando respuestas.
La joven asiente y su sonrisa amistosa se transforma en una leve mueca burlona. —Sí, en Berlín. Ambos éramos un poco más jóvenes que ahora. —Le guiña uno de sus ojos, los que por cierto están delineados de negro.
Archer sonríe y asiente con la cabeza, fingiendo con tanta fuerza que resulta doloroso. —Eh, refréscame la memoria, por favor. Dime tu nombre, por que no lo recuerdo.
—Olivia Schumann —dice, y rápidamente agrega —puedes decirme Olivia u Oli. —Esbozó una sonrisa depredadora que a Archer le puso nervioso.
Archer se muerde la comisura del labio y se rasca la nuca mientras sacude la cabeza tímidamente, intentando parecer humilde en lugar de un idiota altivo que no se molesta en recordar a nadie que conoce.
La joven se acerca, más allá de una distancia cómoda para un extraño, y dice suavemente cerca de su oído. —Tal vez esto te ayude a recordar. —Separa los labios y saca la lengua lo suficiente para revelar una pequeña bola de metal ubicada en el medio.
Y todo vuelve de golpe. Rápido, furioso y violento.
Archer tenía diecisiete años, estaba de gira por primera vez, lejos de Shantal por primera vez, explotando al máxima la naturaleza abierta y de corta duración de su relación por primera vez, cuando conoció a una chica alemana de diecinueve años en una fiesta, ella lucía un ajustado vestido de acrílico negro, cuando volteaba podía ver parte de sus nalgas y estaba detrás del escenario.
Olivia no es solo una fans más. Ella es una fanática con la que Archer se ha acostado. Una fanática con la cual le fue infiel a Shantal...
Los ojos de Archer se abren de par en par y jadea con nostalgia, recordando la sensación del frío metal del piercing contra su glande. —Maldita sea. Estás muy lejos de Alemania. ¿Qué te trae por esta bella ciudad?
Intercambian risas y miradas cómplices, la joven relame sus labios rojo carmín e inconcientemente Archer jadea.
—Estaré en Los Ángeles durante un mes. Haré una pequeña residencia en el Club Exuberantes. —Le entrega a Archer una tarjeta de presentación. —Soy DJ. Tú y los chicos deberían venir algún día. Te pondré en la lista de invitados VIP.
Archer estudia la tarjeta distraídamente, todavía conmocionado por la incomodidad de volver a ver a una de sus conquistas posteriores al espectáculo. Por que está no es la única con la que le a sido infiel a su esposa. Es el típico folleto de una discoteca, que promete cócteles baratos antes de las once y una exhibición de Fet-Life a medianoche, sea lo que sea que eso signifique.
—Genial. Si tenemos un descanso durante la grabación, seguro que iremos. A los chicos les vendría de maravilla un poco de diversión. —Sus ojos verdes brillaron ante la espectativa de lo que podría acontecer.
Es una frase que le ha dicho a la gente muchas veces en lugar de rechazar una invitación de manera poco elegante. Archer no cree que lo diga más en serio que en cualquier otra ocasión en que lo haya dicho. Pero algo en la cadencia de la sonrisa de Olivia hace que Archer quiera decirlo en serio, incluso si es una posibilidad remota. ¿Qué podría salir mal?