Christian desvió la mirada, sus dedos tamborileando nerviosamente en la mesa de madera noble. La luz de las estrellas danzaba a través del vino en su copa, proyectando reflejos rojizos en su rostro tenso.
—Se lo voy a contar cuando regrese —respondió finalmente, su voz baja y controlada, como si eligiera cada palabra con cuidado—. Tiene muchas cosas en la cabeza en este momento.
—¿Qué quieres decir?
Hizo un gesto vago con la mano, como si tratara de espantar un pensamiento incómodo.
—No importa. Lo relevante es que sí, pienso contarle. Solo estoy esperando el momento adecuado.
—¿Cuándo regresa?
—Probablemente el último día del evento.
Me alejé de la mesa, empujando la silla con más fuerza de la que pretendía. El vino en mi copa tembló, derramando algunas gotas sobre el mantel blanco. Un torbellino de emociones me atravesó.
—¿Entonces me trajiste a la mansión sabiendo que tu abuelo regresará en pocos días? —Lo enfrenté, las piezas encajando en mi mente como un rompecabezas sombr