Hasta en la oscuridad, pude sentir su vacilación.
—¿Estás segura?
—Sí. —Tragué saliva—. Por favor.
Lo escuché levantarse, sus pasos suaves en la alfombra. El colchón se hundió ligeramente cuando se acostó a mi lado, manteniendo una distancia respetuosa.
El calor de su cuerpo era perceptible incluso sin tocarnos. Sentí que mi corazón se calmaba, a pesar de otro rayo que iluminó brevemente el cuarto. El trueno que siguió no pareció tan aterrador ahora.
—¿Mejor? —preguntó, la voz más suave de lo que jamás había escuchado.
—Sí —admití, agradecida por la oscuridad que ocultaba mi cara sonrojada.
Nos quedamos en silencio por un momento, solo el sonido de la lluvia fuerte contra las ventanas llenando el ambiente.
—Entonces... ¿tormentas? —preguntó Christian finalmente, su voz un poco divertida—. Nunca imaginé que algo te asustaría.
—Todo el mundo le tiene miedo a algo.
—¿Y el tuyo son las tormentas? ¿Por qué?
Suspiré, volteándome de lado para mirarlo en la penumbra.
—Es una histor