~CHRISTIAN~
El segundo día del despertar de Zoey fue completamente diferente al primero. Se despertó alrededor de las ocho de la mañana y, por primera vez en una semana, sus ojos estaban realmente enfocados en mí cuando abrió los párpados.
—Hola —dije suavemente, inclinándome hacia ella.
Zoey intentó responder, movió los labios y, aunque su voz aún salía ronca y baja, logró articular una palabra:
—Hola.
Sentí las lágrimas inmediatas en mis ojos. Era la primera palabra real, con sentido, que ella decía desde el accidente.
—¿Cómo te sientes? —pregunté, sosteniendo su mano.
Ella frunció ligeramente la frente, como si estuviera procesando la pregunta, intentando organizar pensamientos que aún parecían nebulosos.
—Confundida —respondió después de unos segundos—. ¿Dónde... dónde estoy?
—En el hospital —expliqué con delicadeza—. Tuviste un accidente. Pero estás segura ahora.
Zoey intentó moverse en la cama, pero hizo una mueca de dolor.
—Duele —susurró.
—Lo sé, amor. Los médicos d