~CHRISTIAN~
El Dr. Portella entró a la sala de espera con esa expresión que ya había aprendido a temer —seria, pero no completamente devastadora. Todos nos levantamos inmediatamente, corazones latiendo desacompasados, esperando palabras que podrían destruir o reconstruir nuestras vidas.
—Familia Bellucci —dijo, su voz profesional, pero gentil.
—¿Cómo está? —pregunté antes de que pudiera continuar, mi voz saliendo más desesperada de lo que pretendía—. ¿Y nuestro hijo?
El Dr. Portella respiró profundo, organizando sus palabras cuidadosamente.
—Su condición era grave cuando llegó. La caída fue fuerte y se golpeó la cabeza al intentar protegerse. Entró en coma antes incluso de llegar al hospital. El bebé también corría riesgo.
El silencio en la sala fue absoluto. Podía escuchar mi propio corazón latiendo en los oídos, viendo la devastación instalándose en los rostros de toda la familia.
—Ante la inestabilidad neurológica, tuvimos que actuar rápido —continuó—. Optamos por inducir el