Día cinco 6:30 AM. Apartamento de Valeria.
Valeria despertó sin la ayuda del reloj biológico, no fue un despertar alarmado por un riesgo de seguridad o una pesadilla recurrente, sino por una sensación de ausencia, el silencio de su apartamento de mármol y vidrio, que durante cinco años había sido su santuario blindado contra el mundo, se sintió de repente como una habitación vacía.
La rutina de la Doctora Serrano era un código inmutable: 6:30 AM, café negro, 30 minutos de análisis de trading algorítmico, y la activación de la máscara de contrainteligencia.
Esa mañana, el código falló, Valeria tomó el café y lo encontró amargo, el análisis de trading le pareció tedioso, lo más notable fue la desviación de la mirada, sus ojos, entrenados para el escaneo constante de datos de riesgo, se posaron sobre la mesa de centro, había una leve huella digital en el vidrio, dejada por el vaso de agua que Javier había bebido hace dos días, cuando ella había fingido una reunión de alto nivel.
El prime