Capítulo 95.
Capítulo 95.
Narrador omnisciente:
El hospital olía a cloroformo y a desinfectante, un aroma que a Gabriela se le metía hasta en lo más profundo de su alma. Llevaba horas caminando de un lado a otro, con los nervios crispados, como si en cualquier momento su cuerpo fuera a estallar. La cirugía se había alargado más de lo que el médico le había dicho, y cada minuto extra se le clavaba en la piel como una aguja.
Se detuvo frente al reloj del pasillo. La aguja del segundero parecía moverse con crueldad, recordándole que la vida de Jorge pendía de un hilo detrás de esas puertas cerradas.
Jorge. El hombre que había marcado su vida a fuego.
El mismo que la había obligado a vivir bajo su techo, como si fuera un prisionera con el disfraz de esposa.
El mismo que durante meses la había encerrado en un matrimonio sin libertad, robándole hasta el aire.
Gabriela se abrazó a sí misma, intentando contener las sacudidas de su propio cuerpo. ¿Por qué estaba ahí? ¿Por qué le dolía tanto la idea