Vivamos una aventura, yo, entre tus piernas y tú, sobre mis labios.
Sebastián
No sé qué es lo que acaba de suceder. No sé cómo es que pude haber llegado tan lejos con esto. Pero estoy seguro de que desde hoy, Amelia Van Der Beek es mía, su pureza quedó en mis manos, su primera vez es mía y juro que no voy a permitir que alguien más se quede con alguno de sus orgasmos, me pertenecen. Toda ella, me pertenece.
Salgo de mis pensamientos al ver que la puerta se abre y mi abuelo entra con rostro sombrío y mirada acusatoria. Le dije a Amelia que nadie se había dado cuenta, pero es obvio que sus gritos se escucharon por toda la casa, y debo confesar que me gusta que lo haga, que deje salir todo lo que está sintiendo con tanta naturalidad, porque tengo la plena seguridad de que no está fingiendo.
—Es lo que quieres, ¿no? —inquiero con su mirada fija en mí—, que la mujer que elegiste para mí y yo te demos un nieto. —Dejo caer los hombros a la vez que camino a la salida, sin embargo, al pasar a