Carlota Rodríguez
Me veo en el espejo, mi cabello con un moño alto bien peinado, mi pollina enmarcando mi rostro perfectamente maquillado con un delineado grueso en mi parpado y labial rojo, me coloque una falda lápiz negra ajustada, una blusa blanca y una blazer gris, y zapatos de tacones infinitos negro.
No parezco yo, no sé si exagere arreglándome, Pero definitivamente me veo como alguien capaz de ganar cinco cifras en su primer trabajo.
Me voy en metro, el cual a esta hora está a reventar, Pero aún así llegó justo a tiempo, siento un vacío en el estómago de los nervios.
Hago justamente lo que la chica me indico, y al llegar pregunto por Silene, la chica que me atiende abre sus ojos y me hace pasar de inmediato.
Una joven morena menuda y de cabello abundante me recibe con una gran sonrisa.
—Me alegro que te hayas tomado el tiempo de venir, mi nombre es Silene y soy quien te llamo ayer — me extiende la mano y yo le respondo con un apretón firme.
—Es un placer estar aquí, la verd