CAPÍTULO 167: CENIZAS Y GRITOS
Derek
El humo espeso me envuelve, pegajoso, denso, como si alguien hubiese llenado mis pulmones con fuego líquido, cada respiración me cuesta demasiado, pero no puedo ceder. La cabaña cruje como un animal herido, sus paredes escupen llamas que trepan hasta el techo. Afuera, sé que Maddison está ahí, esperándome, probablemente gritando mi nombre, pero no puedo salir todavía. Vanessa está frente a mí, su silueta es iluminada por el parpadeo anaranjado del infierno que ella misma desató y sostiene mi pistola como si fuera una extensión natural de su mano.
Su sonrisa torcida no se borra ni un segundo. Esa sonrisa que siempre me puso en alerta, que siempre escondió algo más detrás de los labios pintados. Ahora, ni siquiera necesita esconderse.
—Qué irónico, ¿no? —Su voz resuena entre las paredes que tiemblan por el calor—. Tantas veces imaginé verte así… derrotado, respirando cenizas, sabiendo que no hay salida. Y ahora, por fin, puedo verlo.
La pistola está