CAPÍTULO 136: PREGUNTAS CURIOSAS
Derek
Horas después, me encuentro en el despacho de Vivian. Mi madre está de pie, con los brazos cruzados y su ceño perfectamente fruncido. Parece una estatua tallada en hielo. Inmóvil, crítica, juzgando con esa mirada que siempre ha tenido el poder de hacerme sentir como un niño incapaz.
—Firmar el divorcio ahora solo echa más leña al fuego —espeta—. ¿No te das cuenta de que cada paso tuyo arrastra a la empresa contigo?
—La empresa no se va a caer porque deje de fingir que tengo un matrimonio —respondo, manteniendo la voz neutral—. Se cae cuando se deja en manos de alguien que la ve como un trofeo. Como tú.
—No empecemos con eso —revira, caminando hacia el ventanal—. Lo que tú no entiendes es que las percepciones lo son todo. Nadie invierte en un hombre que no puede sostener ni su vida privada.
—Y tú no entiendes que ya no me interesa ser la imagen perfecta que diseñaron para mí. Si eso significa perder a los que aún me creen humano… entonces no valía