CAPÍTULO 123: EL PRECIO DEL AMOR EN PÚBLICO
Maddison
Cuando Derek entra al pent-house, el aire cambia. Cierro el libro que fingía leer en el sofá y lo miro en silencio. No hace falta que diga nada, sus pasos lo delatan, igual que la tensión en sus hombros, el temblor sutil en la mandíbula apretada, la forma en que se pasa los dedos por el cabello sin siquiera mirarme.
—¿Todo bien? —pregunto, aunque sé que no.
Él no responde al principio. Se queda de pie, de espaldas a mí, como si necesitara tiempo para no explotar.
—Mi madre —dice por fin, con una voz baja y cargada de rabia—. Tomó el control de la empresa.
Me incorporo de inmediato.
—¡¿Qué?!
—Firmé unos papeles hace tiempo —continúa, girando lentamente para mirarme—. No a ella, a Vanessa. Lo hice cuando había perdido la memoria. Aun así fui un idiota y ahora… legalmente tiene el poder ejecutivo, lo logró.
Se sienta a mi lado, pero no se recuesta, su cuerpo vibra con una furia que no sabe cómo descargar. Yo me acerco y le tomo la mano