CAPÍTULO 158: LA SILLA VACÍA
Maddison
El sol apenas comienza a filtrarse por las cortinas del hotel cuando abro los ojos. El aire parece distinto hoy, más liviano, como si por primera vez en mucho tiempo pudiera respirar sin sentir una mano invisible apretándome el pecho. Me levanto despacio, la habitación está en silencio, y durante un instante puedo fingir que el mundo afuera no existe, que no hay prensa, amenazas ni fantasmas de un pasado que se niega a morir. Hoy solo importa una cosa: la prueba de ADN. Por fin vamos a saber si ese niño es mi hijo.
Me acerco al espejo y me detengo frente a él, los dedos rozan mi vientre, apenas una curva sutil que empieza a notarse bajo la tela de mi camiseta. Nunca pensé que volvería a estar en esta situación, con un nuevo corazón latiendo dentro de mí mientras sigo buscando al primero que me arrancaron. El contraste me quiebra un poco, porque aunque este bebé me da fuerzas, también me llena de miedo. No puedo soportar la idea de perderlo todo de