Las palabras las escucho lentamente, es como si cada silaba fuera una bala directo en mi pecho, porque la realidad es que no quiero escoger quien vive. No deseo en lo absoluto, intentar pensar en una vida sin alguna de las dos, pero, su padre… mi suegro, parece llevarme a un precipicio donde sin lanzarme, siento que estoy cayendo.
— ¿De verdad conoces a tu hija? — pregunta mi suegra.— Es su vida, ¿ahora importa si la conozco o no? — pregunta mi suegro molesto.— Señor Pussi, no tengo intenciones de escoger quien vive o muere. Puede llamarme egoísta y pensar que quiero aferrarme a mi hija, pero, no me parece justo para ella o para mí que asesinemos a una bebé que soportó tanto para seguir conmigo.— ¡Es mi hija!— Ella es mi esposa y mi hija. Así que, mi decisión es esta: oraré porque no haya alguna novedad, pero, no decidiré qu