Los dos desquiciados, no hacen algo para hacernos daño, si no que, se quedan inmóviles mirando sus pies o nada en específico, por lo que, con disimulo, reviso los bolsillos de Taddeo, implorando encontrar algo.
— ¿Tienes algo que nos pueda ayudar? — pregunto en un susurro.— Lo siento, mami. — dice Taddeo con voz quebradiza.— No te preocupes, estaremos bien. lograremos salir de esto, ¿sabes por qué?— ¿Por qué, mami?— Porque Dios nos va a proteger de todo mal. — digo abrazando a Taddeo.— Tonta. — dicen los dos y yo me aferro a Taddeo, abrazándolo.Taddeo, coloca su cabeza sobre mis piernas y yo acaricio su cabello con mi mano sana, para que se duerma. Necesito que piense en cosas buenas aunque estemos pasando por momentos difíciles.— No nos culpes por ser crueles contigo, mujer. Después de todo, las