(5)

Me levante de la cama para caminar con cautela por toda la mansión, encontrando la puerta principal abierta. Había planeado este plan todo el día, tanto que se me olvido ponerme los zapatos, pero aún así continue caminando por el césped mojado del jardín, hasta llegar a las rejas de la casa. Cuando intente abrirla, estas estaban cerradas por un sistema inteligente. Estaba realmente enojada por no haber podido abrir esas rejas, pero pude ver que en los muros había enredaderas hechas de plantas, que habían crecido en la pared.

Estaba tan desesperada por salir de esta gran mansión, que decidí subir la pared metiendo mis pies sobre la enredadera, todo parecía ir bien, aunque sabía que la caída del otro lado iba a doler como nunca, pero antes de poder llegar al tope de la gran pared, uno de mis pies se enterró en las hojas. Traté de sacar mi pie de las plantas, pero no pude y caí al suelo con fuerza.

Y en vez de obtener mi libertad, lo único que cause es que las alarmas de la casa se activaran, haciendo un escándalo en el lugar. La caída había sido tan dura, que no me podía levantar del suelo, sentía que mi mano se había roto, mientras que tenía las rodillas completamente raspadas.

La alarma me estaba aturdiendo demasiado, mientras que el golpe fue tan fuerte que de pronto perdí la conciencia. Había estado tan cerca de la libertad, que casi pude tocarla, pero sabía que había algo que no me había dejado ir. En mi mente solo pensaba en la caída y en el sonido de la alarma, pero cuando abro mis ojos de par en par, me puedo dar cuenta que todo esta muy callado. Pero después empiezo a sentir dolor proveniente de de mi rodilla. De inmediato me doy cuenta que estoy en una clase de consultorio con paredes blancas y olor a sanitizante.

La persona que estaba limpiando mis rodillas raspadas, era nada más ni nada menos, que el propio Alejandro, quién vestía solo el pantalón de un pijama color azul de tela egipcia. Yo no pude evitar ver su cuerpo realmente atractivo, mientras que lucía algunos tatuajes en sus brazos musculosos y bien trabajados. No puedo negar que ver a Alejandro tan concentrado, fue gratificante a la vista.

–¿Por qué lo hiciste? –Me pregunta de la nada, rompiendo mi burbuja imaginaria que se concentraba en su cuerpo musculoso. –Lo único que lograste fue lastimarte un brazo y que tus rodillas sangraran. –De pronto su mirada verde se dirige a mí.

–Pensé que…–Pero él no me deja terminar.

–¿Pensaste que haciendo eso estarías libre? –El hombre estaba enfadado conmigo, pero a pesar de estar molesto, es gentil con mis rodillas. Tapándolas con unos enormes curitas. –Y después de salir de esta casa, ¿a dónde pensabas ir? –Pregunta mientras ahora toma mi brazo, el cual estaba algo sensible, así que di un pequeño chillido. –Te duele porque hiciste una estupidez. –Me sigue regañando. –No tienes dinero, ni conocidos en esta ciudad. Quizás lo único que lograrías, es que una persona te matara o algo parecido. –Yo me siento como una pequeña niña, siendo regañada por su padre. –¿Sabes a cuantas mujeres matan en esta ciudad? –Y de pronto todo lo que decía el joven rico, era cierto. ¿En qué estaba pensando? –Lo bueno es que tu brazo estará bien. –Me dice para poner una pomada que ardía un poco sobre mi brazo, para después vendarlo con delicadeza mientras yo hacía algunos ruidos. Al final él termino vendando tan bien mi brazo, que el dolor empezó a disminuir.  

–Lo lamento. –Es lo primero que sale de mi boca reseca.

–Toma. –El hombre me dio una botella de agua, la cual la tome. –Se que me odias por lo que hice, pero me preocupo por ti. –Se levanta de su asiento. –¡Niña tonta! –Escupe mientras empieza a lavarse las manos.

–¿En donde estamos? –Pregunté algo confundida.

–Estamos en la casa.

–¿Hay un hospital o algo? –Mire a todas partes y en realidad parecía estar en un hospital.

–No, este era antes mi lugar de trabajo.

–¿Eres doctor? –Pregunté curiosa, ya que lo único que sabía de este hombre, era que era un millonario.

–Era. –Ahora me ofrece su mano, para que baje de la camilla.

–¿Cómo que eras? –Estaba tan interesada, que se me olvido el hecho de odiarlo.

El hombre solo suspira con pesar, al ver que tenía muchas dudas.

–Quería ser doctor, pero no pude concluir mis estudios, ya que mi padre quiso dejarme su empresa.

–¿Entonces dejaste tus sueños por el sueño de tu padre? –Pregunté inocentemente, pero él no se lo tomo tan bien.

–Belle, todos tenemos que arriesgar cosas en esta vida. Incluso nuestra felicidad.

Era cierto, teníamos que arriesgar la felicidad. Mi padre me había abandonado, dejándome en los brazos de este millonario. No tenía dinero para irme de esta enorme casa, y sí daba aviso a la policía, sabía que no me creerían, ya que mi padre se encargo de cambiar mis papeles y decir que no estaba capacitada para hacerme cargo de mi misma. Lo único que podía hacer es seguirle la corriente a este hombre y conseguir algo a cambio de esto.

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