(6)

Por la mañana soy despertada por el sol que alumbraba mi habitación, pero después de una noche dura, no se sintió como en los cuentos de hadas, en donde la princesa se despierta por los hermosos rayos del sol, sintiéndose mejor que nuca. En mi caso sentía dolor y mucho pesar, mientras que parecía que tenía resaca sin haber tomado algo de licor.

–¡Maldito sol! –Maldije mientras tapaba mis ojos.

La puerta suena con fuerza.

–Adelante. –Dije sin más.

La persona que había tocado mi puerta era Teresa, quién traía una charola de planta y encima dos botecitos y un vaso de agua.

–Buenos días, señorita Belle. –Dice con entusiasmo.

–Buenas. –Susurré mientras movía mi brazo adolorido.

–Ayer causo conmoción en la casa. –Me comenta mientras me da una pastilla.

Yo la tomo en mis manos, para preguntar:

–¿Qué es? –Mire la pastilla blanca como si fuera un detective, incluso cerrando un ojo, como un viejo hombre viendo un diamante.  

–Es un desinflamatorio y la otra pastilla es para el dolor. –Yo solo asentí con la cabeza, para tomarme las dos pastillas, las necesitaba.

–Usted quiso escapar y todas las alarmas se prendieron ayer. –La joven parecía divertida por ese hecho.

–Supongo que ahora soy la comidilla de la servidumbre.

La joven solo río con su voz dulce.

–Es la primera vez que alguien quiere dejar la casa, es más probable que pueda salir de la casa blanca, que de esta casa. Todo tiene alarma, ya que el joven Ferreira siempre recibe amenazas de muerte por el poder que tiene.

–¿Por qué alguien quisiera matar a ese hombre? –Tenía que admitir que, aunque poseía un carácter de m****a, era una buena persona.

–¿Usted no sabe en que trabaja nuestro amo? –Me pregunta sorprendida.

–En realidad no, ¿en que trabaja tú amo? –Le recalque que era “su amo”, no el mío.

–El amo es dueño de una de las empresas más importantes de la México, pero el amo no solo va a ser el dueño de la empresa Blatewi, que es dueña de una de las empresas de petróleo de México, sino que también es propietario de uno de los casinos más importante de México, en donde controla a un bando de la mafia de esta ciudad.

–¿Es un mafioso? –Pregunté sorprendida.

–Su padre lo obligo. –Dijo con pesar la joven.

Yo solo rodé los ojos al saber que estaba metida en una vida de millonarios y de mafia.  Era por eso que la casa estaba bien asegurada. ¿Cómo un hombre que parece un ángel, puede pertenecer a la mafia?

–En fin. –La joven sirvienta me despierta de mis pensamientos. –El amo quiere verla abajo.

Yo solo suspire con pesar para asentir con la cabeza. Teresa me ayudo a bajar las escaleras, mientras que cada vez que bajaba un escalón, hacía un ruido de dolor.

Cuando llegamos al enorme comedor, que contaba con una mesa realmente larga hecha de vidrio, con muchas sillas de color azul marino, puedo encontrarme con el joven Ferrería, quién desayunaba plácidamente mientras los rayos del sol, que entraban por las ventanas, lo iluminaban como un dios. No podía dejar de verlo, realmente era muy atractivo con su nariz respingada y una barbilla prominente. Pero todo acabo, cuando escucho su voz decir:

–¿Acaso me mirara todo el día? ¿No quiere desayunar? –De inmediato empiezo a sentir vergüenza, mientras puedo escuchar la risilla de Teresa detrás de mí.

–No lo estaba mirando. –Dije torpemente acercándome a la mesa, tropezando tres veces sin caer. –Solo estaba mirando la comida. –Comenté al ver mucha comida como fruta, diferentes huevos mexicanos, frijoles e incluso tortillas. El hombre estaba demasiado orgulloso de su cultura, así que me sentí feliz de poder probar la comida que comía cuando tenía cinco años.

Tome una tortilla caliente en mis manos, para ponerle un poco de frijoles y comerla como si nunca hubiera comido antes. Alejandro de inmediato me mira.

–Parece que tienes bastante hambre. –De inmediato dejo de masticar de prisa, para tragar mi comida y después tomar un poco de jugo.

–Lamento decirle que desde que llegue de Francia, no he comido ni un bocado. –Dije enojada. –Todo gracias a que usted me compro.

El hombre rueda los ojos, para después limpiar su boca con una servilleta blanca hecha de tela.

–Ya le dije señorita Belle, es mejor que usted este conmigo.

–Debo decir que no me siento tan afortunada. –Parecía que no quería parar de culparle por mi desdicha.

–Escuche. –Dijo con una voz fuerte y un poco atemorizante. –Yo la salve y eso debe metérselo en la cabeza. –Estaba tan enojado que incluso frunció su nariz respingada. –Ahora coma rápido y véame en la entrada de la casa cuando termine.

El hombre se levanto de su lugar con agresividad, asombrándome el carácter que el hombre tenía. Sabía que ahora tenía que tener cuidado con mis palabras, ya que quizás mis ganas de odiarlo, hacía que el hombre me respondiera de igual forma.

Me dedique a alimentarme de fruta y un poco de huevo hecho a la mexicana, para después levantarme de mi silla y caminar por la casa. Era tan grande pero no tanto como para perderme. Tenia una enorme sala con sillones grandes de color azul, mientras que también había una biblioteca muy grande, llena de libros y algunas computadoras.

Su estudio también era bastante grande y espacioso, pero decidí no entrar ya que las puertas estaban semi abiertas. Después camine hacia el gran jardín, en donde puedo oler el césped recién cortado, mientras que me encontré con varios arbustos en forma de casa, pájaros e incluso la cabeza de un perro. Era un hermoso lugar, hasta que llegue a la gran fuente, que tenia a una mujer desnuda en la parte superior mientras que en el agua había bastante monedas, lo cual llamo bastante mi atención.

Lentamente empiezo a meter mi mano en el agua, para asegurarme de que fuera monedas, pero cuando estuve a punto de tocar una escucho una voz.

–¿Acaso robaras los deseos de alguien más? –Pregunta el joven Ferreira, vistiendo ya un traje color café oscuro bastante ajustado, dejando ver que tenía un cuerpo realmente atlético.

–¿Los deseos? –Pregunté mientras estaba sentada en la orilla de la fuente.

–Esta es la fuente de los deseos, muchas personas han venido a esta casa que pertenecía a mi abuela, a solo pedir deseos. –Me comenta. –Me quería deshacer de esta, ya que mucha gente cercana a esta casa aún quiere un deseo, pero después solo lo pude ver como un milagro.

–Ya veo. –Mire la fuente con mucha atención, asombrada por la historia de la fuente. De pronto siento como Alejando, posa su mano sobre mi hombro, llamando mi atención. Miro mi hombro dándome cuenta que en su mano tenía una moneda de a diez pesos.

–¿Quieres un deseo? –Preguntó mientras su perfume inunda mis fosas nasales.

Sin mas tome la moneda en mis manos, cerrando los ojos y pidiendo:

“Quiero encontrar la felicidad en esta vida que parece tan triste”

Después de pedir mi deseo, lance la moneda que cae directamente en el agua, salpicándome con un poco de agua.

–Ya tienes tu deseo. –Comenta el joven castaño. –Ahora ve a vestirte, te estará esperando Teresa para indicarte que vestir.

–¿Acaso usted ahora decidirá lo que visto? –Pregunté poniendo una mano sobre mi cintura.

–Sí, lo hare. No dudo en su estilo, pero en este momento no puedo jugármela, así que vístase y véame en la entrada de la casa cuando termine.

Rodé los ojos para encaminarme hacía adentro de la casa, pero cuando estaba por entrar por la puerta principal, puedo ver que el joven castaño estaba pidiendo un deseo, para después dejar caer su moneda al agua. Y mientras caminaba por toda la casa, me pregunta el porque estaría pidiendo un deseo, si tiene todo lo que quiere en este mundo.

Al llegar a mi habitación, me encuentro con Teresa, quién tiene un vestido color rosa en sus manos, mientras que en el suelo hay unos hermosos tacones de color rosado con pedrería incrustadas. El vestido era hermoso, pero era demasiado para mí.

–¡Usted tiene tanta suerte! –Dijo Teresa con una enorme sonrisa dibujada en sus labios delgados.

–Usted cree muchas cosas. –Dije molesta quitándome el pijama, para ponerme el vestido que me quedaba como un guante. Después me puse los zapatos, para mirarme en un espejo que era de una altura de dos metros.

Este vestido me recordaba Francia, no porque yo haya vestido de esa forma, sino porque las pocas veces que llegue a salir, me encontré con mujeres vistiendo ropa tan elegante. Pero el vestido y los tacones no eran todo, sino que también me esperaba ser peinada y maquillada por Teresa.

Y mientras Teresa rizaba mi cabellera oscura, le preguntó:

–¿Dónde aprendiste todo esto? –Tenía mucha curiosidad, ya que lo hacía con perfección.

Ella se mofa al terminar de arreglar mi cabellera.

–Como le dije, desde que tengo memoria he estado sirviéndoles a los Ferreira. Recuerdo que mi madre maquillaba y peinaba a la ama Clarisa. –Puedo escuchar algo de nostalgia en las palabras de la joven.

–¿Quién es ella? –Pregunté interesada.

–La ama Clarisa es la madre de nuestro amo.

–¿Y como es ella? –Seguía estando interesada en saber más.

–Bueno es una mujer alta y realmente elegante, pero es dura y orgullosa.

No podía negar que de inmediato sentí presión por lo que Teresa me decía.

–Pero el amor Marco es un amor. –Me comenta mientras me hace sonreír un poco, ya que aún había una esperanza en esta familia. Al terminar, la joven le da media vuelta a la silla, para que pueda verme en el espejo. No podía creer que era yo, vistiendo un hermoso vestido mientras que mi cabellera estaba rizada y usaba un maquillaje, que hacía ver mis ojos azules aun más grandes.

–¿Acaso haces magia? –Le pregunté a la joven sin esperar que ella tuviera tales talentos.

–No, pero hago muy bien mi trabajo. –Me mira por el espejo. –Es hora de irse. –Yo parpadeé varias veces muy insegura, para después tragar saliva. Estaba nerviosa, pero al final termine asintiendo con mi cabeza. “Todos tenemos que hacer sacrificios.” Me mentalice.  

 

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