(4)

Con algo de miedo solo niego con la cabeza, mientras miraba sus ojos verdes y profundos.

–Tu padre hizo una subasta. –Me comenta mientras se aleja de mí, para ir por un trago a su mini bar. –Realmente fui al lugar porque mi madre me obligo, lo que no sabía era que era una subasta para vender a la belleza de México. –Se sirvió un poco de wiski con hielo, para después darle un trago. –Esa eres tú. –Me señala con sus dedos largos, eran como los de un bello pianista. –Al principio no tenía conocimiento de quién eras, hasta que tu padre como si se tratara de un catálogo, archivo fotos tuyas para repartirlas entre el público. Después me di cuenta que te estaba vendiendo, había hombres que estaban dispuestos a utilizarte como esclava sexual, para venderte como trata de blanca y explotarte. –El hombre de inmediato hizo un gesto de desaprobación, al igual que yo, sintiendo un escalofrío pasando por mi cuerpo entero. –Pero yo estaba ahí, escuchando los comentarios de gente asquerosa, mientras que a tu padre no le dolía las palabras que la gente decía.

–¡Es mentira! –Grité tratando de conservar una buena imagen de mi padre.

–¡Es verdad! –Me gritó de vuelta para proseguir con la historia. –Pero corriste con suerte, mi padre me esta pidiendo que traiga una mujer conmigo, todos mis amigos ya están casados y “disfrutan” –Dice en comillas. –De un bello matrimonio, eso los hace más importantes en la sociedad de millonarios en la que pertenezco. Yo soy el hombre más solicitado en mi sociedad, pero no me quiero casar con mujeres tontas o que tengan interés solo por mi dinero. Aún que puedo decir que todas solo quieren tener sexo y probar que es estar en la gloria. –Dijo el muy presumido.

–Usted es la humildad andante. –Murmuré.

–El caso es que la necesito y usted me necesita a mí. No tiene a donde ir y el enfermo de su padre, me entrego su custodia.

Yo solo suspire un poco abrumada por lo que este hombre me estaba diciendo, pero si la historia que me contaba era real, tenía que empezar a ver esta vida como una posibilidad.

–¿Dónde dormiré? –Dije sin más.

–¡Teresa! –El hombre atractivo llamo a una sirvienta, que vestía un vestido negro con una pequeña bata blanca. –Acompaña a la señorita Belle a su cuarto. –Es lo ultimo que dice, para volver a su mini bar.

Antes de caminar por las escaleras de madera, me le quedo viendo tratando de estudiarlo, para después decir:

–No piense que esto significa que todo estará bien, tratare de hacer lo posible por estar lejos de aquí. –Después subí las escaleras que me llevaban a un enorme lugar. Había varias puertas, que supuse que eran habitaciones. La sirvienta que se veía de la misma edad que yo, empezó a caminar hacía la ultima habitación del lugar. Ella la abrió esperándome, para que yo pudiera entrar primero. Al principio tuve miedo, no quería moverme, pero sabía que tenía que hacerlo. Camine lentamente hasta llegar a esa habitación, en donde me encuentro con un lugar realmente hermoso. La habitación estaba tapizada con un tapis color arena, mientras que había una enorme cama muy cómoda de sabanas con hojas de árboles, pero la mejor parte era que tenía un balcón, en donde te podía asomar y ver el jardín que era tan hermosa, con una enorme fuente que funcionaba todo el día.

–¿Le parece bonita su habitación? –Me pregunta la joven mientras empieza desempacar la maleta, que nunca pude abrir en mi casa.

–Es hermosa. –Le respondí sin mucha gracia. –Lo malo es que tengo que ver a ese hombre. –Murmuré sin energía.

–Es un buen hombre. –Me comenta la chica, mientras se pone de rodillas para acomodar mis zapatos en un gran armario de madera fina. –Es un hombre muy solitario, es orgulloso y tremendamente inteligente, pero creo que debe sentirse un poco orgullosa de que él quiera estar a su lado. –Dice con honestidad, como si conociera al hombre de verdad.

–No de la forma en la que me consiguió. –Negué con mi cabeza. –¿Y tu lo conoces bien? –Pregunté notando su gran interés en el hombre rico.

Ella sonrío y parpadeo varias veces.

–¿Qué si lo conozco bien? Sí. –Asintió con la cabeza. –He trabajado para su familia desde que tengo memoria. Mi madre siempre le sirvió a la familia Ferreira, así que era obvio que mi destino era seguir los pasos de mi madre. Pero siempre estoy feliz. –Se levanta del suelo con las rodillas rojas. –Siempre estoy feliz cuando le sirvo a mi amo. –De inmediato pude notar que Teresa estaba enamorada de su jefe. –Cuide de su corazón. –Y sin más, la joven dejo el lugar.

Teresa era un joven que parecía conocerlo bien, mi mente incluso empezó a pensar que quizás él si me había salvado, por todo lo que mi padre estaba haciendo. Pero después sentí que quería ser libre. Estuve en Francia mucho tiempo, dentro de la escuela sin recibir visitas. Pensé que al llegar a México, por fin encontraría la libertad. Y estaba dispuesta a tomarla.

Deje que pasara toda la noche, hasta que todas las luces de la mansión se apagaron, incluso espere a que la fuente fuera apagada. Me levanté de mi cama, pero de pronto vi como el pasillo se ilumino, para escuchar unos pasos pesados que venía hacía mi habitación. Me subí a la cama y me tapé con las sábanas, intentando pretender estar dormida. La puerta se abrió, tenía miedo ya que todo podía pasar en este mundo en el que me metieron. De pronto empiezo a oler su perfume, era Alejandro quién se acercó mucho a la cama. Pensé que el hombre abusaría de mí, pero cuando pensé que algo malo me iba a pasar, siento como una de sus manos acarician mi cabeza con delicadeza. Nunca en mi vida había sentido tal demostración de cariño.

–Duerme bien. –Dijo con palabras dulces, tan dulces que de la nada empecé a llorar.

Nunca había sido acariciada por nadie, fue tan extraño que cuando el hombre dejo la habitación. Me levante de la cama sin saber que había pasado. Toque mi cabellera, justamente en el lugar en donde el me acaricio. Mi corazón empezó a latir con fuerza, tanto que pensé que iba a morir, nadie nunca antes había alborotado mi corazón de la forma en el que él lo hizo.  Pero aún así, sabía que quería mi libertad. 

 

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