Bastian caminaba de un lado a otro por su habitación, incapaz de dormir. Estaba profundamente preocupado por la actitud de Javier.
«¡Maldita sea! ¿Por qué Carmen está durmiendo en la habitación de Javier?».
«¿Y si hacen algo juntos?».
«No, no, eso es imposible».
«Carmen nunca haría algo así».
«¿Cómo consigo que se despierte y se venga a esta habitación?».
«Sí, tengo que obligarla a despertarse y pedirle que se venga a mi habitación. Esto no puede seguir así».
«¡Maldita sea!», murmuró Bastian para sí mismo como un loco.
«¿Por qué estoy pensando en esto?». Caminaba más rápido y maldecía más de lo habitual. No quería despertar a nadie más. Bastian siempre había sido tranquilo, pero ahora su mente no podía concentrarse en nada más que en lo que estaba pasando en la habitación de su mejor amigo. Sus pensamientos volaban sin ninguna lógica.
«¿Estoy celoso de ella?», se preguntó.
«No, eso no puede ser. Estoy pensando con claridad. Solo necesito protegerla».
«Sí, no puedo confiar en nadie, ni