Mariela:
El sitio que ha elegido para nuestro encuentro es uno de los restaurantes más exclusivos de todo Madrid.
Al llegar, recuerdo que no me ha dicho su nombre y me siento tonta, porque no sabré como buscarlo entre los concurridos comensales.
— Buenas noches, señora. ¿ Su nombre por favor?— me interroga el maitre.
Un nudo se apodera de mi garganta.
— Mariela... ¿Mariela Martin?— susurro.
El maitre me mira elevando una ceja, pero consulta su libro de reservaciones y sonríe.
— Venga por aquí, señorita Martin, la esperan en la mesa trece.
Una encargada se acerca, tomando mi abrigo y guardandolo, y luego me conduce por entre las mesas, hasta indicarme el lugar en el que me esperan.
Me tenso al instante, y siento como toda la sangre abandona mi rostro.
Porque no es un hombre con quién he de lidiar para conseguir el patrocinio. Ya que quien está sentada a la mesa, no es otra que la rubia rusa.
La tal Viktoria me espera.
Viktoria:
En cuanto me ve, toma una postura tensa