Capítulo 18
Al regresar de mi breve escape, me doy por enterada de que Oscar, no me perdió nunca de vista, no es de extrañar, es un tipo entrenado.

Pongo las cartas sobre la mesa, voy a trabajar como lo hice desde que llegué aquí, es el trato, me siento en deuda con los Novikov.

Voy en el automóvil con el ruso, esta callado desde anoche, apenas ha respondido a los buenos días.

No está metido en el periódico o en algún libro, menos en su celular, solo está ahí, sosteniendo su barbilla, de piernas cruzadas, se le nota ansioso y serio, perdido en algún lugar.

Cuando llegamos al edificio, me pongo manos a la obra, me da ordenes sin tener que salir de la compañía.

Corro a la sala de copias, espero no encontrarla llena, entro con esa esperanza, que se va dentro de una alcantarilla, cuando miro a Viviana, usando una de las maquinas

—Qué terrible placer, es verte por aquí, respirando el mismo aire que yo—siempre es lo mismo, cada vez que me mira lanza un comentario desagradable sobre mi persona, y m
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