Tan pronto como llegué a mi oficina en Perroni esa mañana, Sebastián me estaba esperando con un café simple y sin azúcar, como ya sabía que me gustaba.
- Um... ¿Qué quieres de mí, Sebastian? - Tomé la taza con recelo, mientras tomaba un sorbo de café.
- Qué sospechoso eres, Babi. ¿No crees que la gente podría querer complacerte sin esperar nada a cambio?
- Estoy tratando de creer en la gente, Sebastian. Pero tuve un pasado que me mostró lo contrario y por eso es un poco difícil.
- Las personas son diferentes entre sí, Babi. Y eso es una buena parte de la vida... Conocerlos... Y aceptarlos, tal como son.
- ¿Por qué acepta tan bien a Heitor Casanova, con todos sus defectos? – me burlé.
- ¿Soy solo yo o nuestra conversación siempre tiene que girar en torno a él?
- Claro que no. Me encogí de hombros y me senté, fingiendo desinterés.
- Mi negocio con Héctor es diferente. Nació con un mal carácter y nada cambiará eso.
- Aparentemente lo que pasó entre ustedes en el pasado fue bastante terri