- Yo no sé nadar. - le confesé, avergonzado, tratando de recuperar el aliento.
- Perdóname, Bárbara. Yo no sabía. - Estaba preocupado, sus manos sostenían mi rostro entre ellas.
De repente, el miedo dio paso a la gracia y empezamos a reír.
- Vale, condón roto, casi te ahogo... ¿Qué más puede pasar?
- ¿Prendí fuego al palo de pole dance? - No me contuve.
- Puedes prenderle fuego a todo, Bárbara. Pero solo después de que nos hayamos ido y hayamos terminado nuestra noche. Quiero despertar contigo a mi lado.
- ¿Qué hora es? – Me acerqué, envolviendo mis brazos alrededor de su cuello, tocando nuestros cuerpos sumergidos en el agua tibia.
- No me importa el tiempo... No quiero ni que pase el tiempo, a decir verdad.
- YO...
Joder, por un segundo casi dije que estaba completamente enamorada de él. Mirar profundamente esos ojos verdes era una invitación a contar verdades escondidas en el corazón.
"Tú…" me animó a continuar.
- Lo quiero de nuevo... Todo de nuevo.
Se rió y me tiró al agua de nue