- Como ya sabías lo que realmente pasó... - Miré el reloj - Puedes salir de mi casa, por favor.
Ambos me miraron sorprendidos mientras me dirigía a la puerta.
- Pero... Hemos recorrido un largo camino. ¿Dónde nos vamos a quedar? No podemos volver a esta hora. – se quejó Bruno.
- Eso no es asunto mío. La casa antes era de Salma, ahora ya no. Como tú mismo dijiste, ella “le pateó las botas”... “El periquito descansó”. – repetí sus frases ridículas.
- Qué mierda, pensé que seríamos ricos. – Breno habló con un tono de voz alterado, golpeando el suelo con el pie.
- ¿Con el dinero que pudo haber ahorrado Salma? – me reí, sarcásticamente – Ella era una simple bailarina de discoteca. Nadie se enriquece de esta manera.
- Pero he leído sobre prostitutas