Salma se echó a reír:
- Ve allí, amigo. No los dejes solos. Heitor Casanova está aquí para ti. No pretendas que no entiendes esto.
Negué con la cabeza, confundido.
- Está bien... Iré allí. Pero sigo pensando que deberías aparecer... ya que eres su empleado. No habría razón para esconderse. Pero no te obligaré. Si necesitas algo, solo llama.
Fui a mi habitación y me quité la ropa ajustada que había pasado el día sobre mi cuerpo. Los jeans y una camiseta me hicieron sentir más cómoda. Estaba en mi casa… No tenía sentido pretender que yo era otra persona.
Tan pronto como llegué a la sala de estar, Ben le estaba sirviendo café:
- Babi, pensé que aparecerías en pijama. – bromeó.
- No... Dice que no somos cercanos. – se rió Héctor.
- Y no lo somos. – Me senté en el sillón, con las piernas en alto, mientras tomaba el café.
- ¿Necesitas una cuchara, amigo? – preguntó Ben.
- Dos por favor. - Lo miré.
Me entregó tres, que junté, removiendo el café.
- Por si acaso. - Ben parpadeó.
- Usted es ext