Las horas pasaron y no entre más en la habitación de Alma, me fui a dar una ducha y regresé a esperar a su amiga que llegará dentro de unas horas.
Felipe luce cansado también, le pedí que se marchará, pero, no quiso. Aún no han llegado las autoridades y eso es extraño, ni tampoco servicios sociales.
Estoy sentado con la cabeza entre mis manos, pensando que haré, no puedo dejar que regrese con ese hombre su amiga debe ayudarme a convencerla. Pienso también en la niña me llamó hace unas horas, quiere ver a su madre, no quiero traerla, siento algo en mi pecho.
—Serch, deberías llamar a Sam. Creo que el mastodonte que viene ahí, es el esposo de Alma — levantó la mirada y, se me revuelve el estómago, cuando mis ojos caen en ese animal.
Está vestido muy formal, y tiene tres hombres a su lado, que parecen unos mismos matones. Le grita a la enferma que está en la recepción y ella no sabe ni cómo responder, me levanto de prisa y caminó hacia él, pero Felipe me detiene.
— ¡Detente, Sergio! ¡N