Olivia despertó extasiada, desnuda en medio de aquellos hombres. Se movió, se bañó y los tres seguían dormidos. Bajó a la cocina y vio a Owen preparando la comida.
—Buen día, Owen.
—¡Señorita Olivia! Casi está listo el desayuno.
—Aquellos siguen durmiendo.
—¿Quiere empezar a desayunar?
—No, los esperaré, pero si me tomaría una taza de café.
—Puede ir allá a la arena. Hay unas cuantas sombrillas.
—Suena perfecto.
Un rato después no fue Owen sino Nicholas quien le llevaba el café.
—Hola, pequeña.
—Dormilones, de veras que parecen muertos cuando duermen.