Los rayos del sol iluminaron la cueva.
- Despierta lobita, tenemos que irnos.
-No, no quiero...
- ¡Venga dormilona levanta! -Dante empezó a hacerme cosquillas.
- Vale, vale para ya, ya voy.
No podía parar de reírme, me cogió con sus grandes manos y se tumbó encima de mí. Me beso y le bese, no podía parar de besarlo, era como una droga y yo me estaba haciendo adicta de él y yo no quería parar. Le toqué el pecho y le apreté hacia mí, quería tenerlo lo más cerca posible de mi cuerpo, quería sentir su piel lo más pegada posible a la mía.
- Para lobita, para... o no poder contenerme.
Se levanto y me cogió en brazos, me pego contra las paredes de la cueva mientras me sujetaba y seguíamos besándonos. Me besaba como si yo fuera lo más especial y lo más bonito que él tenía.
- No sé qué me haces... me estas volviendo loco. -Podía notar como estaba igual de excitado que yo en ese momento. - Tenemos que parar amor, aunque me muera de ganas de hacer el amor contigo, este no es el lugar en el que m