Más tarde nos encontrábamos en la cabaña que me habían asignado antes de mi matrimonio con Kael, Kael entró poco después, cerró la puerta de un fuerte golpe, yo tenía a Lykan en los brazos. El cachorro respiraba agitado, estaba asustado.
—Así que has traído a tu cachorro—dijo Kael, su voz era tranquila, pero pude notar rabia— muy conveniente.
—Es mío —dije, apretando a Lykan contra mi pecho.
—Ya te dije que todo lo que hay aquí es mío —Kael se acercó a nosotros— incluyendo los secretos que traes.
Elena se puso entre nosotros.
—El brujo de Darío sigue el aura del niño. Ya no estaba seguro dónde estaba.
—¿Y me usan a mí como escudo? —Kael sonrió, pero fue una sonrisa malvada— ¿Pones a mi manada en peligro por tu cachorro?
—¡Es mi hijo! —El grito me salió sin pensarlo, Lykan lloró más fuerte.
—Cállate —ordenó Kael, y su voz se escuchó más fuerte— hablas como madre, no como Alfa. Un líder piensa primero en la manada.
Se acercó más a Lykan, oliendo el aire cerca de él.
—Tu cachorro huele