49. He estado esperando

Giancarlo

Su esposa se había desvanecido frente a sus ojos y la culpa lo había golpeado. Había corrido para poder sostenerla antes de que golpeara el suelo, pero al sujetarla en sus brazos no sintió el alivio que creyó que sentiría, porque la sangre corría entre las piernas de la mujer que amaba. El miedo fue como un manto que opacó todo lo demás y mientras él subía a Leonora en la cama con la ayuda de Antón, Anya corría para pedir ayuda.

Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras escuchaba a las enfermeras atender a su esposa y los sacaban a todos de la habitación. Los doctores llegaron unos minutos más tarde, miraba todo desde la impotencia de la lejanía. No podía hacer nada para ayudar, y sabía que lo que le había sucedido a Leonora era su culpa. Sus acciones la habían llenado de estrés hasta el punto en el que había tenido un nuevo derrame y se había desvanecido.

Frotó su rostro, dejó que la culpabilidad lo llenara como se merecía y esperó para poder escuchar la opinión de los doct
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