El sonido del teléfono despertó a Amara a la mañana siguiente, en una habitación que aún conservaba la esencia del encuentro de la noche anterior. Las sábanas blancas estaban desordenadas, y en el aire aún flotaba el perfume de las velas y el suave murmullo de la música que había acompañado sus momentos más íntimos. Se estiró y se acomodó en la cama, aún sintiendo la calidez de Dimitrios a su lado, pero al mirar a su alrededor, algo en su interior le decía que las cosas no serían iguales a partir de ese momento.
La voz de Dimitrios aún resonaba en su mente: “Este es nuestro momento, Amara. No hay vuelta atrás.” Pero la tranquilidad que sentía en su corazón comenzó a desvanecerse cuando vio la pantalla de su teléfono. Era un mensaje de Dimitrios.
"Amara, tengo malas noticias. Algo inesperado ha surgido en Grecia, y debo irme de inmediato. Hay una situación urgente con el negocio de la familia. No puedo esperar más tiempo. Lo siento profundamente, pero necesito irme cuanto antes. Te lla