Llora todo lo que quieras

Nebraska abrazaba a su gran lobo mientras él la hacía gemir. Con movimientos constantes que podían ser más fuerte pero la ancha espalda estaba tensa conteniéndose. Aun cuando él le había dicho que no podía contenerse medía su fuerza para no dañarla. Su grueso brazo rodeaba su cintura cuidando de no lastimar su herida y manteniendo su posición en el borde de la mesa mientras la otra sobaba el muslo hasta sus nalgas, dejando sus dedos fijos en la piel blanca. 

Su olor la envolvía, su boca la devoraba, sus manos la marcaban. Ella solo podía entregarse a él. Sentirse querida, amada, protegida.

Hades abandonó su boca para dirigirla al cuello, lamiéndolo con ansias. Sus dientes arañaban la piel y Nebraska tembló.

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