Nebraska parecía caminar a su juicio y literalmente lo hacía. Sara a su lado la dirigía por una se las tantas alas de la mansión que no conocía. Parecía más nerviosa que ella misma.
-Cálmate Nebraska, tu tranquila- sus manos estaban sudadas y temblaban ligeramente, ese no era buen indicio.
Se detuvieron delante de una inmensa puerta de roble con incrustaciones de metal y cobre. El sonido de esta abriéndose erizó la piel de ambas lobas. Hades apareció con un semblante serio y tenso, hasta que cambio al ver a la omega.
Su delgado cuerpo ya con sus debidas curvas recuperadas enfundado en aquel vestido plateado le quedaba hermoso. Su rostro parecía más joven pero no perdía seriedad debid