Directo en la trampa

Layan mantuvo la sonrisa en su rostro a pesar de la mano con garras que apretaba su muñeca y del olor amenazador del alfa ante él. Nadie más que su persona conocía la reacción de que tocaran algo que era suyo. La escena le pareció graciosa. Por más molesto que alguno de los dos estuvieran no podrían pelear, eso sería un crimen fatal.

Hades gruñó sacando sus colmillos y frunciendo el ceño. Rodeó la cintura de Nebraska y la sostuvo al sentir el pequeño cuerpo temblar a su lado.

-Layan-

-Suéltame- el alfa pelirrojo le dijo tranquilo pero con tono demandante. 

-¿Y si no lo hiciera, qué?- gruñó. Su se es

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